Escándalos de abuso sexual en contra de menores de edad, protagonizados por sacerdotes, han puesto sobre la mira a la Iglesia Católica: incluso líderes religiosos han criticado duramente al papa Francisco y han pedido su renuncia del pontificado.
A inicios del mes de agosto se conoció un informe de un jurado investigador de Pensilvania en el que se reveló que más de 300 sacerdotes abusaron sexualmente de al menos 1.000 menores. Lo más alarmante del caso es que las autoridades eclesiásticas habrían ayudado a encubrir los abusos durante décadas.
El informe, de más de 800 páginas, indica que hay evidencias de más de 1.000 menores que fueron víctimas de abusos desde 1940. “La mayoría de las víctimas eran niños, pero también hubo niñas. Algunos eran adolescentes; muchos, prepúberes. Algunos fueron manipulados con alcohol o pornografía”, indica el escrito.
Pero, ¿cómo se dieron a conocer estos casos y por qué la Iglesia no los hizo de conocimiento público? CNN tuvo acceso al informe del gran jurado de Pensilvania en el que se habla de un ‘libro de jugadas para ocultar la verdad’ por parte de los religiosos.
Josh Shapiro, fiscal general de Pensilvania, aseguró que los obispos tenían conocimiento de los abusos contra menores protagonizados por algunos curas pero los “encubrían”. “Ellos mintieron a los feligreses. Le mintieron al público y le mintieron a las autoridades. Y luego lo escribieron todo, documentaron todos los hechos y muchas veces compartieron esos documentos que estaban en los archivos secretos del Vaticano”, expresó el fiscal.
Con colaboración del FBI, la Fiscalía de Pensilvania conoció el ‘libro de jugadas para ocultar la verdad’ que al parecer utilizaba la Iglesia para ‘minimizar’ los casos de abuso. Las ‘jugadas’ eran 7 prácticas entre las que se encontraban referirse a las violaciones como ‘contacto inapropiado’, asignar a miembros del clero para realizar las ‘preguntas incómodas o inadecuadas’ y enviar a los sacerdotes en medio de polémicas a instituciones psiquiátricas administradas por la Iglesia.
“Cuando un sacerdote tiene que ser removido no digan por qué. Díganles a sus feligreses que él está de ‘permiso por enfermedad’ (…) Incluso si un sacerdote está violando niños sigan proporcionándole gastos de vivienda y de vida”, eran otras de las prácticas de la Iglesia, además de trasladar al sacerdote señalado de abuso a un lugar “donde nadie supiera que es un abusador de menores”.
Como última jugada, los religiosos al parecer proponían no informarle a la Policía de los hechos. La mayoría de los casos denunciados por el jurado de Pensilvania ya prescribieron, es decir, son demasiado antiguos como para ser juzgados.
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— América Digital (@AmericaDigital) 30 de agosto de 2018