En su editorial del 23 de junio, César Miguel Rondón, aborda la situación política de Estados Unidos y las repercusiones que dejó el primer acto de campaña del presidente Donald Trump, en la ciudad de Tulsa.
“No bastó convocar a su primer mitin en Tulsa en el que asistieron cerca de 6 mil personas. Muchos de ellos, siguiendo el ejemplo del presidente Donald Trump, no usaron máscaras ni mantuvieron distancia social. Hoy el presidente estuvo en Arizona para una serie de eventos pequeños”, expresa Rondón.
Justo al día siguiente de limitar varias visas de trabajo para inmigrantes, el presidente Trump se reunió en Phoenix con un grupo, Students for Trump, convocados por Turning Point Action.
Si la razón liderara las acciones, todo indicaría que se pide demasiado, cuando se le exige al electorado correr el riesgo de contagiarse.
Paul Krugman, Premio Nobel de Ciencias Económicas 2008 señala en su columna de hoy, en el New York Times: “hace meses que sabemos lo que se necesita para controlar Covid-19. Se necesita un período de bloqueo severo para reducir la prevalencia de la enfermedad. Solo entonces se puede reabrir la economía”.
“¿Por qué si es una amenaza real desoímos a la razón?”, se pregunta el presentador.
Para responder, Rondón sigue citando a Krugman. “Las precauciones básicas de salud han quedado atrapadas en una guerra cultural. Obviamente, no usar una máscara facial y, por lo tanto, poner en peligro de forma gratuita a otras personas, se ha convertido en un símbolo político. Trump ha sugerido que algunas personas usen máscaras solo para indicar su desaprobación. Y muchos estadounidenses han decidido que exigir máscaras en espacios interiores es un asalto a su libertad”.
En este sentido, Rondón cierra con la siguiente interrogante:
¿Hasta dónde podría conducirnos esta batalla contra la razón alimentada por las “fake news”, en medio de una pandemia y una campaña política polarizadora?