La presión sobre el primer ministro británico, Boris Johnson, aumenta para que despida a su más cercano asesor, Dominic Cummings, acusado de infringir de nuevo las medidas de confinamiento para luchar contra la propagación del nuevo coronavirus.
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Hasta ahora, el gobierno británico ha rechazado los llamados para despedir a Cumming, de 48 años, acusado de viajar por el país junto con su esposa, pese a que ésta tenía síntomas de la covid-19. Incluso dentro del propio partido conservador del primer ministro Boris Johnson se alzan voces que piden la renuncia del poderoso asesor.
“Falsas acusaciones”
Cumming fue visto con su hijo pequeño cerca de la casa de sus padres en la ciudad de Durham, en el noreste de Inglaterra, a unos 400 kms de Londres el 31 de marzo, un día después de que él mismo anunció que tenía síntomas del nuevo coronavirus.
Los diarios The Observer y el Sunday Mirror informaron que testigos le habían vuelto a ver el 19 de abril en el norte, cinco días después de su regreso a Londres para reanudar su trabajo tras su recuperación.
“No perderemos el tiempo en responder a una cascada de falsas acusaciones sobre el Sr. Cummings de diarios militantes”, dijo Downing Street, la sede del primer ministro.
Según los diarios, otro testigo precisó que había visto al asesor de Boris Johnson en la ciudad de Barnard Castle, a 50 km de Durham, el 12 de abril.
Interrogado el domingo por la BBC, el ministro de Transportes, Grant Shapps, declaró que Cummings no dimitirá. La víspera, había asegurado que el asesor cuenta con el “total apoyo” del primer ministro.
En el Reino Unido, el segundo país más golpeado por el coronavirus, con 36.675 muertos, más de 41.000 si se incluyen los casos de deceso sospechosos de covid-19- este asunto no hace más que perjudicar al primer ministro, que ya es blanco de críticas por su gestión de la crisis.
Cummings, cerebro de la campaña en 2016 a favor para la salida del Reino Unido de la Unión Europea, es a menudo considerado como una presencia nociva para Boris Johnson.
“No es indispensable”
La oposición laborista pidió una investigación. Y la unidad que se percibía en las filas conservadoras empezó a fisurarse el domingo, cuando Steve Baker, influyente diputado en el partido mayoritario, estimó que Cummings debía irse.
“Con seguridad no es indispensable”, dijo en la cadena de televisión Sky News. “Creo que es el final del camino”, apostilló.
El también diputado conservador Damian Collins, que considera que Cummings suele “creer que las reglas no le aplican a él”, estimó en Twitter que el gobierno iría mejor “sin él”.
“Miles de personas han puesto sus vidas entre paréntesis, han hecho enormes sacrificios para obedecer las reglas durante este periodo”, dijo una responsable del partido laborista, Sarah Jones.
“Hemos visto corazones rotos de gente que no pudo asistir a los funerales de sus seres queridos”, denunció en Sky News.
Según las primeras revelacioens, Downing Street explicó que Cummings había ido a casa de sus padres porque necesitaba ayuda con su hijo, al estar su esposa enferma, y que había dormido en un local separado de la propiedad. Su hermana dejaba las compras al exterior para la familia.
Cummings dijo el sábado a la prensa que “había hecho lo correcto”.
Antes de este caso, el Reino Unido vivió dimisiones sonoras por no respeto del confinamiento en vigor desde el 23 de marzo. Un influyente asesor científico del gobierno, el profesor Neil Ferguson, dimitió después de recibir en su casa a una mujer presentada como su amante.
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A inicios de abril, la jefa de los servicios sanitarios escoceses, Catherine Calderwood, dimitió tras reconocer que había visitado en dos ocasiones su residencia secundaria.
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