Desde el lunes 11 de mayo Francia se prepara para una nueva fase de desconfinamiento por el coronavirus. Aunque se comenzarán a levantar gran parte de las restricciones que hay en el país, desde el 17 de marzo, el gobierno obligó el uso de máscaras en el territorio nacional, pero insiste en que la prohibición de burqas y niqabs se mantiene.
El eterno debate sobre el uso del velo islámico en Francia una vez más ha sido abierto. Luego de que el gobierno anunciara las nuevas restricciones con las que el país hará su desconfinamiento, se conoció que las vestimentas religiosas seguirán prohibidas, una medida impuesta desde el 2010.
Como un nuevo ataque a la libertad religiosa, los expertos critican el hecho de que las musulmanas hoy en Francia no puedan continuar con el uso de burqas o niqabs. De hecho, el incumplimiento de esta ley puede acarrear multas de 150 euros.
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Aunque el primer artículo de la Ley de 1905 en Francia se garantiza la libertad de conciencia y el libre ejercicio de culto; el segundo artículo establece que “la república no reconoce, ni remunera, ni subvenciona ningún culto”. Sin embargo, ante la falta de claridad sobre la libertad religiosa, los anuncios del gobierno ante la prohibición del velo islámico nuevamente son catalogados como “Islamofobia”.
“¿Puede la islamofobia ser más transparente? El gobierno francés exige máscaras, pero aún prohíbe el burka”, indicó Kanneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch.
Asimismo, en Francia hay quienes cuestionan que si al exigirles a las personas que cubran su cara con máscaras, por medidas de sanidad a causa del coronavirus, por qué el gobierno no permitió la posibilidad de que las personas también se cubrieran por motivos religiosos.
Según el Pew Research Center (PRC), para el 2016 se tenía una registro de unos 5.72 millones de musulmanes en Francia, equivalentes a un 8,8% de la población.
Pero desde hace más de 30 años, Francia discute sobre si el velo islámico puede coexistir con el laicismo, un principio fundamental de la República. De hecho, es una problemática que abarca, incluso, a los niños. La Ley francesa prohíbe el uso de signos religiosos ostentosos, como el velo islmámico, la kipá o los crucifijos grandes, en las escuelas públicas.
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