Aunque la idea de continuar con la escuela en casa es muy adecuada, para evitar que los niños sufran un atraso escolar, muchos hogares estadounidenses se encuentran pasando por momentos tensos al ver que las actividades a distancia se extienden por varias semanas.
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En medio de las múltiples aplicaciones pedagógicas, clases por videollamada y tareas por correo electrónico, a las que obliga la escuela en casa por cuenta de la pandemia, algunos padres agotados optan por desconectar a los chicos del resto del ciclo escolar. Sin embargo, otros concentran toda la tarea para hacerla durante el fin de semana o se toman días de licencia del trabajo para poder ayudar a sus hijos a realizar las actividades de una semana.
Padres agotados de la escuela en casa
“Tratamos de que funcionara durante la primera semana. Elaboramos un horario y descubrimos que obligar a un niño tan pequeño a aceptar una situación de aprendizaje falsa es realmente muy arduo”, dijo Alexandra Nicholson, con un hijo en edad preescolar en Boston.
Además, agregó que “prefiero que vea películas de Godzilla o salga al jardín a jugar a ser un Jedi que hacer cuentas elementales”.
Cuando hay más de un hijo en casa, la situación empeora
El estrés se multiplica en las familias con varios hijos en distintos grados o cuando los padres pasan largas horas fuera del hogar. En algunos casos, los hermanos mayores deben ocuparse de los menores, lo que no les deja tiempo para su propia tarea.
“Creo que la presión es grande, y aún más para las familias de bajos ingresos. Es abrumador”, dijo Rachel Pearl, jefa de programas para Amigos de los Niños, una ONG nacional con sede en Portland, Oregón, que reúne a mentores asalariados con niños en riesgo.
“Muchas de nuestras familias piensan que no hacen lo suficiente y temen que están fracasando”, comentó.
En todo el país, a los padres les preocupa que sus hijos se retrasen, sobre todo en familias de menores ingresos. En el 72% de los hogares con ingresos inferiores a 50.000 dólares anuales los padres temen que el niño se retrase en su escolaridad, comparado con el 56% de los padres en hogares de altos ingresos, de acuerdo con una encuesta de The Associated Press-NORC de fines de marzo.
La enfermera Meghan Perrone solo puede ayudar a su hija de ocho años con sus tareas después de llegar a casa del trabajo y lavar los platos de la cena. Su esposo, que trabaja desde la casa, pasa la mayor parte de la semana encerrado en el sótano, hablando por teléfono. Entonces la hija mayor, que está en segundo grado, debe ocuparse de su hermanita de dos años.
Por eso la familia concentra las tareas escolares el fin de semana y trata de realizar la mayor cantidad posible en dos días. Un sábado reciente, el esposo de Perrone y la hija finalizaron una tarea para ciencias a las 10 de la noche.
“No podemos darnos el lujo de no trabajar. Algunos no trabajan y tienen tiempo para esto, pero para nosotros no es posible”, dijo Perrone, que vive en Ebensburg, Pensilvania.