El presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, que esta semana visitó Estados Unidos y fue recibido en Washington por su homólogo estadounidense, Donald Trump, regresó a Quito cargado de compromisos y con una clara orientación de alcanzar una mayor alianza con el gigante del norte.
Moreno trajo de EE.UU. el compromiso de iniciar negociaciones con ese país, probablemente en abril próximo, para un acuerdo de libre comercio basado en el modelo T-MEC, que Trump renegoció recientemente con México y Canadá.
También se acordó la entrada de Ecuador en la denominada iniciativa “América Crece”, una estrategia por la que EE.UU. canaliza proyectos de inversión privada en sectores energéticos y de infraestructuras.
Asimismo, Estados Unidos se comprometió a que más de 200 de sus profesores formen en el inglés a más de 9.000 docentes ecuatorianos, con el objetivo de mejorar el aprendizaje de ese idioma en las escuelas públicas del país suramericano.
La capacitación de policías también formó parte de la visita de Moreno a Washington y, aunque no trascendió mayormente, el tema de Venezuela iba a ser abordado por Trump, según comentó un alto funcionario estadounidense previo a la cita que sostuvieron el pasado lunes ambos mandatarios.
Ecuador podría “ayudar mucho en el frente diplomático”, porque Moreno “es un líder de la izquierda” y “habla con una voz no ideológica”, añadió la fuente.
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La futura creación del Centro de Inteligencia Criminal, con apoyo de EE.UU., y el proyecto de una Unidad Especial para la Lucha Contra la Corrupción y el Lavado de Activos formó parte de la agenda que el mandatario ecuatoriano discutió en Estados Unidos.
Las autoridades ecuatorianas han calificado como un éxito la visita de Moreno, que además logró obtener un espaldarazo político de Trump en momentos en que afronta dificultades políticas y económicas en su país.
Y es esa la razón por la que algunos analistas políticos consideran que el deslazamiento de Moreno a Estados Unidos fue también “un viaje de alineamiento geopolítico” que beneficia, sobre todo a Trump, opinó el académico Napoleón Saltos.
En términos económicos -agregó Saltos- tampoco hay “gran cosa”, pues lo que Ecuador ha alcanzado es una especie de “certificado de buena conducta” para seguir con los programas crediticios con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), que se ha propuesto ampliar la base de préstamos al país suramericano.
Además, recordó que hay el compromiso de ratificar unas preferencias arancelarias, que ya están dadas y que se prorrogan cada año, pero cuyo monto de beneficio alcanza apenas unos 40 millones de dólares que van a los grandes exportadores nacionales de materias primas.
Para el catedrático, Moreno buscó en EE.UU. el aval político para continuar con la puesta en marcha de la Carta de Intenciones que firmó en marzo del año pasado con el Fondo Monetario Internacional.
Por eso, dijo, ciertas autoridades del Ejecutivo han vuelto a poner en el tapete de la discusión el tema de la focalización de los subsidios a las gasolinas, que ya generó aireadas protestas en el país.
Según Saltos, la visita de Moreno también procuró que el mandatario sea presentado a nivel internacional como un gran estadista, para compensar la baja aceptación popular que tiene en las encuestas.
Todo esto, dijo el catedrático, tiene una orientación para favorecer la estrategia que liga al país a los acuerdos crediticios con los organismos multilaterales y su base de condicionamientos, que fueron los que generaron en octubre pasado unas duras protestas sociales.
Por ello, también opinó que en la agenda de Moreno en Estados Unidos se hayan alcanzado compromisos para capacitar a las fuerzas del orden que, según dijo, han puesto empeño en impedir que se reproduzcan ese tipo de manifestaciones.
El Gobierno de Washington “no da nada gratis”, agregó Saltos al insistir en que Moreno trajo de Estados Unidos un compromiso de “alineación geopolítica sin condiciones”.