De mascarillas para evitar ser reconocido por la Policía durante las protestas prodemocráticas a mascarillas para evitar contagios por el coronavirus, que hoy se ha cobrado su primera víctima en Hong Kong, donde los trabajadores sanitarios están de huelga para pedir el cierre de las fronteras.
Mientras hace unas semanas llevar mascarilla por la calle podía acarrear problemas con la Policía por poder delatarle a uno como manifestante (en especial desde la puesta en marcha de la llamada Ley Anti-Máscaras), ahora se ha convertido en un complemento indispensable para todos los hongkoneses, sin importar su ideología.
ANTES REGALABAN MASCARILLAS, AHORA CUESTA ENCONTRARLAS
Antes, hasta las regalaban por la calle para proteger la identidad de los manifestantes. Ahora, cuesta encontrarlas en las tiendas, ya que es uno de los instrumentos de prevención recomendados contra el nuevo coronavirus causante de la neumonía de Wuhan y que ha infectado ya a más de 20.000 personas en China.
En Hong Kong, este martes se produjo la primera muerte por esta enfermedad, en uno de los 15 infectados diagnosticados.
Pero las mascarillas no son las únicas novedades presentes en la rutina de la mayoría de los hongkoneses, que también optan por lavarse las manos con frecuencia o pulsar los botones del ascensor protegidos por un pañuelo, en vez de con el dedo desnudo.
Novedades relativas, al fin y al cabo, ya que parecen una repetición de lo acontecido en Hong Kong en 2003 durante la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS, en su acrónimo inglés), que dejó en la excolonia británica casi 300 de los 774 muertos en todo el mundo.
Con este recuerdo aún presente, los hongkoneses están tratando de tomar precauciones contra el virus, presente en una veintena de países de todo el mundo, pero que concentra en torno al 99 % de los enfermos justo al otro lado de la frontera, en la China continental.
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“CON EL SARS PASO MAS DE UN MES HASTA QUE SE CONVIRTIO EN EPIDEMIA”
“La situación es realmente preocupante”, asegura a Efe una mujer en la sesentena y que se identifica como Hazel. Es la primera de una larga fila frente a una farmacia solidaria que, a la vista de las circunstancias, ha decidido regalar las pocas mascarillas que les quedan en el almacén.
“Este virus se está propagando muy rápido. Parece mucho peor que el SARS”, apunta la señora.
Esta misma ansiedad afecta a Ken Chan, un padre y publicista de 37 años infectado por el SARS en 2003: “Creo que aún no ha llegado lo peor”, cuenta a Efe. “Aquella vez pasó más de un mes hasta que el SARS se convirtió en una epidemia”.
Las sospechas de Chan se derivan en parte de la forma “reactiva” que tiene de actuar, a su parecer, el Gobierno de Hong Kong, del que cree que obra según las instrucciones que reciba de Pekín.
“Durante la epidemia del SARS, la gente estaba asustada, pero al menos el gobierno era emprendedor y la gente confiaba en él. Ahora no nos fiamos de estos funcionarios. El estilo de Carrie Lam (la actual jefa del Ejecutivo hongkonés) siempre ha sido esperar a las órdenes de arriba”, afirma.
Desde hace dos semanas, muchos hongkoneses han criticado con dureza la aparente indecisión e incongruencia de las autoridades locales a la hora de manejar el brote.
El 21 de enero, por ejemplo, el número dos del Gobierno de Hong Kong, Matthew Cheung, insistió en que los viajeros del tren de alta velocidad procedente de la China continental no tenían que rellenar un formulario sanitario a su llegada, una medida que se instauró solo dos días después.
De hecho, después trascendió que seis de los infectados por coronavirus de Hong Kong llegaron a la ciudad en tren de alta velocidad procedentes de Wuhan, epicentro del brote.
La semana pasada Lam anunció el cierre de la frontera para los trenes de alta velocidad y de seis de los catorce pasos fronterizos con la China continental, a los que esta semana sumaron cuatro clausuras de pasos fronterizos más. Quedan cuatro abiertos, entre ellos, el aeropuerto.
HUELGA SANITARIA POR EL CIERRE DE LA FRONTERA CON CHINA
Pero hay en la urbe a quien le ha parecido que las medidas llegan tarde y son insuficientes: tanto ciudadanos en general como trabajadores médicos en particular demandan un cierre completo de la frontera con China.
De hecho, este lunes un millar de trabajadores de los servicios sanitarios comenzaron una huelga para demandar, entre otras cosas, que se selle la frontera con la China continental. Está previsto que la huelga continúe hasta el próximo viernes.
“Nuestro trabajadores que están en primera línea contra la enfermedad están muy decepcionados. Están al borde del colapso”, cuenta a Efe Ivan Law, vicepresidente del recién creado sindicato Alianza de Empleados de la Autoridad Hospitalaria de Hong Kong.+
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“Lo más preocupante -continúa- es que incluso si un paciente de la China continental no es de Wuhan, puede que haya estado en contacto con alguien de allí, o que no diga la verdad. Así que el estrés mental es enorme”.
“Si hubiera una epidemia total en Hong Kong, nuestra carga de trabajo sería inmensa. Pero hasta ahora el gobierno es reactivo y nos está poniendo en un grave peligro. La huelga no es solo por nosotros, sino por todo Hong Kong. No pedimos un aumento de sueldo ni nada de eso, sino que queremos que el Gobierno haga bien su trabajo”, apunta.
Durante la epidemia del SARS, ocho trabajadores sanitarios perdieron la vida. Y Ken Chan, quien padeció en primera persona aquella epidemia, entiende sus reivindicaciones: “Si uno de ellos muere por el virus, todo Hong Kong va a protestar. Pero por ahora, lo único que podemos hacer es cuidar de nosotros mismos. No esperes a la respuesta del Gobierno”.