Las autoridades federales de mamíferos marinos en Estados Unidos revelaron que una población amenazada de belugas en la ensenada de Cook, en Alaska, continúa disminuyendo.
El estudio bienal realizado por el Servicio Nacional de Pesca Marítima de Estados Unidos, también conocido como NOAA Fisheries, estimó que la población del cetáceo es de entre 250 y 317, con una estimación media de 279 individuos.
“Se calcula que la población es menor y disminuye a una mayor velocidad de lo que se había pensado”, dijo NOAA Fisheries en el anuncio.
El estudio se basa en datos recopilados en inspecciones aéreas realizadas durante el verano de 2018.
En enero de 2017, la agencia publicó un plan de recuperación para las belugas de la ensenada de Cook, en donde la población estimada de hace tres años era de unos unos 340 ejemplares.
Las belugas de la ensenada de Cook son una de las cinco poblaciones de la especie en las aguas de Estados Unidos. La ensenada de Cook abarca 290 kilómetros (180 millas) desde Anchorage al Golfo de Alaska y la NOAA Fisheries informó hace tres años que la capacidad de la zona era de 1.300 animales.
Las belugas se alimentan con salmones, peces pequeños, cangrejos, camarones, calamares y almejas y a mediados del año se les puede ver desde las carreteras con dirección a Anchorage en busca de bancos de salmones en las desembocaduras de los arroyos.
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Las ballenas adquieren su coloración blanca al llegar a la edad adulta y pueden alcanzar hasta 4,6 metros (15 pies) de largo.
La población de belugas en la ensenada de Cook disminuyó constantemente en la década de 1980 y principios de la de 1990. El declive se aceleró entre 1994 y 1998 cuando los nativos de Alaska capturaron a casi la mitad de los 650 ejemplares restantes en apenas cuatro años.
La caza de subsistencia terminó en 1999. Las autoridades federales habían pensado que controlar esa práctica permitiría una recuperación de la población. Cuando eso no ocurrió, declararon a las belugas como especie en peligro de extinción en 2008.}
Los funcionarios de NOAA Fisheries reconocieron en 2017 que no sabían la razón por la cual la población no se ha recuperado.
Entre las posibles amenazas que se han identificado están eventos catastróficos, como desastres naturales o derrames petroleros; efectos acumulativos de múltiples factores estresantes, y ruido.
Los agentes patógenos, como proliferaciones de algas nocivas, pérdida del hábitat, reducción en la cantidad de presas y la cacería no autorizada también ponen en peligro a la especie.
América Digital / AP