Un grupo de científicos pudo determinar que los perros, al igual que los lobos, son capaces de cooperar cuando buscan una recompensa; una capacidad presente en su ancestro común y que no se ha perdido en el proceso de domesticación.
“Se cree que el proceso de domesticación de los perros comenzó entre hace 30.000 y 40.000 años, cuando algunos lobos se habituaron a la presencia humana, y a lo largo del tiempo los perros han experimentado muchos cambios que los diferenciaron de sus pares salvajes”, reseña la investigación.
Para este estudio, los investigadores del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (Alemania) probaron la capacidad de perros y lobos a la hora de coordinarse con un compañero de la misma especie para lograr una recompensa y hallaron que ambos completaron la tarea igualmente bien.
Este descubrimiento sugiere que esa capacidad estaba presente antes de la domesticación de los perros en un antepasado común con los lobos.
Los científicos sostienen que, dado que los perros han sido seleccionados específicamente por su habilidad y disposición para cooperar con los humanos, podrían tener una mayor tasa de éxito cuando su compañero a la hora de cooperar es un ser humano.
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Para sus experimentos, los investigadores crearon un escenario que simulaba una situación de cacería en la que varios animales trataban de derribar un herbívoro mucho más grande, como un reno y otra presa dotada de cornamenta.
En el ambiente natural, uno de los animales cazadores necesita atraer la atención y esquivar los cuernos de la presa de manera que los otros en la jauría puedan atacar por atrás para derribarla. De esta manera el cazador que se expone a más riesgos lo hace porque confía en que se le dará una porción de la recompensa.
Los investigadores encontraron que los perros y los lobos tienen la misma capacidad para cooperar con éxito en un promedio de aproximadamente tres de cada cuatro pruebas.
Después de resolver las pruebas, los lobos y los perros en general compartieron la comida con miembros de la misma especie, aunque es más probable que lo hagan si el miembro dominante del grupo es el segundo en llegar a la presa.
“La probabilidad de comer juntos durante las pruebas exitosas fue más alta cuando los dominantes ‘corrieron el riesgo”, explicó la autora principal del estudio, Juliane Bräuer, directora del grupo de Estudios de los Perros en Max Planck.