El socialista Pedro Sánchez juró este miércoles ante el rey de España, Felipe VI, el cargo de presidente de un inédito gobierno de coalición con la izquierda radical de Podemos, cuya configuración aún debe anunciar.
Elegido por el Congreso de los Diputados el martes al frente del primer gobierno de coalición desde el fin de la dictadura de Francisco Franco (1975), Sánchez juró respetar la Constitución ante el rey en el Palacio de la Zarzuela.
“Prometo por mi conciencia y honor cumplir fielmente con las obligaciones del cargo de presidente del gobierno, con lealtad al rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado”, indicó Sánchez.
Al igual que lo hiciera en junio de 2018 cuando llegó al poder mediante una moción de censura que desbancó al conservador Mariano Rajoy, juró el cargo sin Biblia ni crucifijo, lo que era costumbre hasta entonces.
Licenciado en Economía de 47 años, Sánchez tendrá ahora que formar su gabinete, donde tendrán cabida sus socios de Podemos, formación surgida del movimiento antiausteridad de los “indignados” que llega por primera vez al gobierno.
Según el Partido Socialista (PSOE), el anuncio del organigrama se producirá la semana próxima, aunque inicialmente se esperaba esta semana. De hecho, el Palacio de Moncloa, sede del gobierno, había anunciado un primer consejo de ministros este viernes, que quedó en el aire.
“El presidente pide unos cuantos días para poder armar un gobierno” que pueda ser “estable”, porque “tenemos muchos problemas acumulados”, justificó en la radio pública RNE la vicepresidenta saliente Carmen Calvo, minimizando las críticas por el retraso luego de una sesión de investidura realizada en la última semana de la temporada de Navidad.
Polarización
Vencedor de las elecciones legislativas del 10 de noviembre, Sánchez obtuvo el martes la confianza de la Cámara Baja por una muy ajustada diferencia (167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones), lo que augura una legislatura difícil.
El gobierno se verá obligado a negociar a múltiples bandos para sacar cada ley en un contexto de gran polarización y con la derecha y la extrema derecha realizando una oposición sin tregua.
“Sánchez no habría ganado las elecciones si hubiera reconocido que iba a pactar con estos socios. (…) Y es lo que ha acabado haciendo. Ha habido un engaño masivo”, fustigó en la radio COPE Pablo Casado, el líder del conservador Partido Popular, segunda fuerza del país.
A la oposición le irritó sobre todo que Sánchez haya sido investido gracias a la abstención de la formación independentista de Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), que consiguió a cambio una controvertida mesa de negociación entre Madrid y Barcelona para intentar solventar la crisis en Cataluña, cuyo punto álgido fue el fallido intento se secesión en 2017.
En el debate, Casado acusó a Sánchez de buscar “destruir España tal y como la conocemos hasta ahora” y Santiago Abascal, líder de la extrema derecha de Vox, la tercera fuerza parlamentaria, habló de gobierno “ilegítimo”.
Programa “moderado”
Apenas sea conformado, el ejecutivo buscará un giro a la izquierda con medidas como un alza impositiva a los más ricos, la regulación de los alquileres que se han disparado en Madrid o Barcelona y la derogación parcial de una reforma liberal del mercado laboral.
Una propuestas que encendieron alarmas en círculos empresariales, frente a los cual Pablo Iglesias, líder de Podemos y quien apunta a ocupar una vicepresidencia, lanzó un mensaje tranquilizador.
“Hemos negociado un programa muy moderado, precisamente pensando en Europa. Somos perfectamente conscientes que hay límites (…)” señaló Iglesias, aunque defendiendo una política “que por primera vez ponga a la gente humilde en el centro y que haga que los que se esfuercen sean los que nunca se han esforzado”.
Pese a que la elección de Sánchez puso fin a varios meses de bloqueo, analistas ponen en duda que el nuevo gobierno finalice con la inestabilidad crónica persistente en la cuarta economía de la zona euro desde 2015, cuando voló en pedazos el bipartidismo del PSOE y el PP y el Parlamento se fragmentó.