El gobierno de Ecuador tiene el apoyo del FMI para reformar la debilitada economía del país petrolero pero sus manos están atadas por la falta de apoyo en el Congreso y el riesgo de otro violento estallido social.
Agobiado desde hace una década por constantes déficits fiscales, el país vivió una crisis social en octubre a raíz de la eliminación de subsidios a combustibles, de los más baratos en la región, por 1.300 millones de dólares anuales, acordados con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que le otorgó un crédito de unos 4.209 millones de dólares.
Indígenas encabezaron fuertes protestas contra esa medida, que cesaron cuando el presidente Lenín Moreno aceptó la inmediata derogación de la supresión de subsidios tras doce días de convulsión social que dejó diez muertos.
Luego de ese fracaso, Moreno intenta salir de los apuros económicos con alzas de impuestos que dependen de la Asamblea Nacional, donde carece de mayoría.
Un mes después de la crisis social, aún latente, el Parlamento, rechazó una serie de reformas planteadas para recaudar unos 800 millones de dólares mediante tributos y para controlar el gasto.
Antes del 20 de diciembre, el Congreso debe aprobar o rechazar una tercera iniciativa de reformas del Ejecutivo, incluidos cambios para conseguir unos 600 millones de dólares con impuestos como a las bolsas plásticas, telefonía celular pospago personal y a las empresas con ingresos por un millón de dólares en 2018.
Eso “ayudará a fortalecer las finanzas del gobierno y hará que el sistema tributario sea más simple y más favorable al crecimiento”, dijo la semana pasada en Washington el portavoz del FMI, Gerry Rice.
Pero representantes del sector indígena, el más pobre del país, se muestran dispuestos a resistir.
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“Es un pedido de toda la clase media, de todos los pobres, de las organizaciones indígenas de que no se toquen los subsidios”, expresó a la AFP Jaime Vargas, líder del movimiento indígena, que mantiene un radical rechazo al FMI.
El dirigente no descarta nuevas manifestaciones contra los ajustes tributarios y laborales que impulsa el Ejecutivo frente al déficit estatal estimado en 3.600 millones de dólares (3,3% del PIB) para 2019 y similar para 2020.
“El malestar del ecuatoriano es porque el bolsillo ya no alcanza”, expresó Eliz Viteri, secretaria pública de 46 años. Para Verónica Terán, comerciante de 48, “ya de por sí la situación está jodida” como para pagar más impuestos.
El gobierno sostiene que “heredó una economía enferma, con grandes desbalances y al borde del colapso” tras la administración del socialista Rafael Correa (2007-2017), exaliado de Moreno.
En los dos últimos años, Quito aumentó el endeudamiento con la emisión de bonos por más de 10.000 millones de dólares y acudió en febrero pasado a organismos multilaterales como el FMI para obtener créditos por casi 10.300 millones en tres años.
– Subsidios focalizados –
El gobierno confía en que el Legislativo apoyará sus planes, aunque la legisladora opositora Marcela Aguiñaga señaló: “Hemos dicho con claridad: que haya un mayor número de contribuyentes, que paguen más impuestos los que más tienen”, dijo.
A pesar del descontento social, el analista económico Alberto Acosta Burneo dijo a la AFP que es necesario recortar subsidios a los combustibles mediante la focalización para proteger a los sectores más pobres y vulnerables del país como los indígenas.
El FMI, con el que Correa rompió relaciones, sigue “estrechamente comprometido” con Quito, según Rice, en sus esfuerzos por hacer competitiva la economía ecuatoriana y alcanzar superávit fiscal y un mayor crecimiento, que para 2020 proyecta en 0,57%.
El Fondo ha desembolsado unos 900 millones de los 4.209 millones de dólares que prestará a Ecuador, que para diciembre espera una nueva revisión de cuentas antes de un desembolso de 500 millones más.
La abultada deuda pública, de 40.914 millones de dólares (37,5% del PIB) a setiembre, es otro lastre para la dolarizada economía ecuatoriana que depende del petróleo.
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Una nueva emisión de bonos “parece poco viable” para sacar a flote a la “contraída” economía, dijo a la AFP el analista Marco Flores.
“Más deuda ya no”, enfatizó Flores, secretario general del privado Foro de Economía y Finanzas Públicas. “Todo irá peor si continúan haciéndose las mismas cosas mal hechas como seguir endeudándose o pensar solo en más impuestos”, dijo.