El economista venezolano Asdrúbal Oliveros estima que 40% de las transacciones que se realizan en Venezuela son en moneda extranjera.
La cifra representa un volumen ocho veces mayor al registrado en 2012.
“En 2012 se estimaba que las transacciones en dólares no llegaban a 5 %, hoy estamos hablando de 40 %”, explicó.
A juicio del especialista, el país vive una “dolarización transaccional” (la divisa no es la moneda oficial, pero sí es permitida por las autoridades para las transacciones).
Oliveros, co-director de la firma de análisis financiero Ecoanalítica, explicó que se trata de un “fenómeno típico” de los ciclos hiperinflacionarios. Sobre todo por el índice inflacionario que registra la nación de 1.698.488 % en un año (datos del Parlamento venezolano).
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Con hiperinflación, los agentes económicos (personas y empresas) se refugian en una moneda dura que les permita “conservar el valor” de sus fondos, sin contar la escasez crónica de efectivo en el país caribeño.
“Una vez que el agente económico asume pagar parte de sus operaciones en divisas, es muy cuesta arriba que vuelvas atrás ese proceso”, dijo en entrevista a EFE el 17 de junio.
Oliveros consideró que cualquier previsión de alta inflación para este año “va a estar desfasada”, porque es muy probable que la misma se ubique por debajo de 100.000 % anual.
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Una economía golpeada
Desde 2003, en Venezuela ha regido un estricto control de cambios que limita las transacciones en moneda extranjera y que se flexibilizó en mayo pasado con la llegada de las llamadas mesas de cambio.
En mayo de 2019, la administración de Nicolás Maduro creó las “mesas de cambio”, y autorizó a la banca pública y privada a vender y comprar divisas.
Para Oliveros es un paso “positivo”, pero tardío, pues su efecto se verá lastrado por “la dinámica de las sanciones” y “el aislamiento de la economía”.