Un estudio de la Universidad de Washington analizó el origen de unos enormes agujeros en el mar congelado de Weddell en la Antártida, que fueron descubiertos por la Nasa en 2016 y que desde entonces habían desconcertado a los científicos.
Este tipo de agujeros denominados polinias aparecían esporádicamente durante el invierno en la zona y a pesar de que se tenían algunos registros de la década del 70′ no se había podido hallar la causa de su origen.
El grupo de investigadores utilizó unas imágenes satélitales de la cubierta de hielo marino y unos robots equipados con sensores para comprender mejor el fenómeno.
Además, instalaron en unas focas unas etiquetas satélitales temporales para recopilar datos sobre las condiciones del agua bajo el hielo marino en la Antártida.
“Las observaciones muestran que las polinias recientes se abrieron a partir de una combinación de factores, uno de ellos es la inusual situación del océano y el otro una serie de tormentas muy intensas que se arremolinaron sobre el mar de Weddell con vientos casi huracanados”, explicó Ethan Campbell, autor del estudio y estudiante de doctorado en oceanografía en la Universidad de Washington.
De acuerdo con el investigador, una ‘polinia’ puede formarse cerca de la costa cuando el viento empuja el hielo, pero también puede aparecer lejos de la costa y permanecer allí durante semanas o meses, en donde actúa como un oasis para que los pingüinos, las ballenas y las focas salgan y respiren.
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El estudio establece que el Océano Austral desempeña un importante papel en las corrientes oceánicas mundiales y en los ciclos del carbono, pero su comportamiento es poco conocido.
Además, esta zona tiene algunas de las tormentas más feroces del planeta, con vientos azotando a todo el continente en la oscuridad del invierno polar.
“Cuando los vientos que rodean a la Antártida se acercan a la costa, promueven una mayor mezcla ascendente en el Mar de Weddell. En esa región, una montaña submarina conocida como Maud Rise obliga a la densa agua de mar que la rodea a dejar un remolino en la parte superior”, reseña el estudio.
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Otro de las conclusiones del estudio, es que cuando la superficie del océano es salada las fuertes tormentas del invierno pueden desencadenar cambios en el ciclo de circulación.
“El agua más cálida y salada de las profundidades se agita en la superficie, donde el aire la enfría y la hace más densa que el agua de abajo. A medida que el agua se hunde, un agua profunda relativamente más cálida de aproximadamente 1 grado Celsius que impide que el hielo se reforme”, explica el estudio.
Cambio climático
Una de las preocupaciones que dejó el estudio es que bajo el escenario del cambio climático haría que se formen más agujeros en la Antártida haciendo que el agua dulce de los glaciares se derritan a mayor velocidad.
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Este efecto podría tener unas consecuencias porque las aguas profundas contienen carbono que se han hundido y disuelto durante siglos, pero a medida en que suba a la superficie el carbono sería liberado afectando las dinámicas de la atmósfera.
“Esta profunda reserva de carbono ha estado encerrada durante cientos de años y en una polinia puede ser ventilada en la superficie a través de esta mezcla realmente violenta. Un gran evento de desgasificación de carbono realmente podría afectar al sistema climático si esto ocurriera durante varios años seguidos”, indicó Campbell.
América Digital
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