Aunque no es un animal que se vea todos los días y con un nombre poco común para las personas, el Booby de patas azules es una de las estrellas de las Islas Galápagos, en Ecuador.
Su hábitat es el pacífico americano, se mueve con una elegancia que suele verse jocosa, vuela en círculos sobre el agua y casi siempre tiene un hambre voraz. Para varios expertos, este alcatraz patiazul es una de las especies más fascinantes de todas.
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Fue uno de los animales preferidos por Darwin para estudiar la evolución. Sobre todo, por la majestuosidad de estas grandes y hermosas aves marinas. Llaman bastante la atención por su ritual de cortejo, ya que los machos exhiben sus extremidades inferiores a las hembras en un baile bastante peculiar.
Los alcatraces patiazules se roban todas las miradas de los turistas. Su estilo es inconfundible, para diferenciar entre machos y hembras adultos, debemos fijarnos en dos detalles: el tamaño (los machos son más pequeños que las hembras) y la inconfundible diferencia en sus pupilas (de mayor tamaño en las hembras).
Sus enormes patas azules se asemejan a dos zapatos de talla grande. Solo se ven en las aves adultas, ya que cuando aún no han finalizado su desarrollo los polluelos presentan patas pálidas como parte de su estrategia de supervivencia para no llamar la atención.
Suelen tener hambre gran parte del tiempo. Vuelan sobre cualquier fuente de agua para buscar algún pez que se muestre sobre la superficie. Cuando encuentran a su presa, se lanzan de cabeza sobre sus objetivos y pueden llegar hasta un metro bajo el mar con velocidades de hasta 96 km/h.
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Las riñas suelen ser usuales entre ellos, en especial por el territorio. Sin embargo, también se ha comprobado que normalmente tienen relaciones duraderas cuando tienen su propia cría.
Según los expertos, son bastante equitativos a la hora de ser padres. Llegan a dedicar el mismo tiempo a empollar y alimentar a los polluelos. Además, ejercen el mismo esfuerzo físico durante la crianza.
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No se considera que la población en general esté en peligro de extinción. Sin embargo, su cantidad en las Islas Galápagos ha caído de manera preocupante desde la década de 1990. Esto es el resultado, creen los científicos, de una disminución local de las reservas de sardina.
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