Antes de sus ocho años, Tesalia Ríos era una niña llena de energía y dinamismo, pero un severo cambio en su condición y aspecto físico alertó a su madre de que algo no andaba bien. En efecto, un diagnóstico médico reveló que estaba en lo cierto: tenía leucemia linfática aguda tipo B.
Los exámenes médicos confirmaron que la debilidad que venía sufriendo la niña era provocada por una difícil enfermedad; pero la impactante noticia y la urgencia de que tenía comenzar el tratamiento médico casi no les dio tiempo a Tesalia y a sus padres de procesar todo lo que eso representaría.
Y aunque el proceso de quimioterapias le permitió a la pequeña vencer el cáncer y hablar de su enfermedad como algo que ya pasó, su historia es digna de ser contada como un ejemplo de superación, amor y mucha fe, según contaron en entrevista con ElDoce.tv.
El diagnóstico
La madre de la niña, Celeste Alderete, fue la primera en enterarse sobre el diagnóstico médico de la pequeña Tesalia. Los médicos fueron enfáticos al asegurar que su hija no volvería a casa y, por el contrario, ahora tendría que permanecer internada en un hospital para recibir medicina y quimioterapia.
“Cuando nos dieron el diagnóstico nos derivaron directo al hospital, ya no podíamos volver a casa”, recordó Celeste.
En los primeros días, los doctores le suministraron a la niña corticoides para ver si le bajaba la leucemia, pero el resultado fue negativo. Al determinar que su cáncer era agresivo, los médicos iniciaron el proceso de quimioterapia por 33 días.
“Si bien con esas quimios le bajó, los médicos esperaban más, así que la diagnosticaron como una paciente de alto riesgo por ser una enfermedad agresiva y resistente a la medicación que le ponían”, explicó la mamá.
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Para Celeste, hubo unos momentos más difíciles que otros, como cuando tuvo que decirle a la pequeña que no podía volver a casa, sino que debía quedarse hospitalizada.
Sin embargo, aún tenía que dar una dura batalla contra el cáncer como consecuencia de las quimios; tanto ella como el padre de Tesalia, Miguel Ríos, debían esconder los mechones de cabello de la pequeña cuando se le caían para que no se sintiera aún más triste.
“Fue difícil tener que decirle que tenía que estar en esa clínica para que se curara y que iba a empezar a tomar una medicación fea. Es muy fuerte”, indicó su madre.
La calvicie total llegó para sumarse a la lista de momentos difíciles del proceso. Por su parte, el papá contó que iba todos los días a ver su pequeña niña en el hospital y le llevaba algunas comidas que ella le pedía, y que para él, eran una forma de aliviarla en ese proceso.
“Ella me pedía que le hiciera la comida y yo le llevaba. Para ella era como un alivio en medio de todo lo que pasaba y yo necesitaba verla un poquito más contenta”, contó.
“El cáncer puede volver”
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año unos 400.000 niños son diagnosticados con algún tipo de cáncer, una enfermedad que si bien puede ser curable, los índices de decesos que registra son mayores que los de recuperaciones.
El papá de Tesalia recordó el momento en que los doctores les dieron la noticia más esperada luego de semanas de haberla internado: ya no se veían rastros cancerígenos.
Sin embargo, la buena noticia se vio un poco empañada con otra respuesta de los médicos ante la interrogante de la madre sobre si Tesalia ya estaba curada.
“El médico, al ver contenta a mi esposa y preguntarle si nuestra hija ‘estaba curada’, dijo que no. Que esto es un proceso largo y que para decirnos que estaba curada debían pasar cinco años. El cáncer todavía puede volver”, explicó.
Ante el riesgo, el tratamiento debía continuar. Miguel contó que, por lo general, los médicos les daban una semana para que la llevaran a casa pero que apenas tenían tiempo para dedicarle y compartir con ella.
Este proceso quizás hubiese sido aún más difícil si la familia no se mantiene firme y unida en lo que consideran su mayor fortaleza: su fe.
“Siempre nos han contenido y además nos aferramos mucho a Dios. Cuando terminamos fue un sueño, no lo podíamos creer. La alegría que teníamos todos era tan grande. Fue un año y unos meses, pero para nosotros fueron como diez”.
Sobre los médicos que llevaron el caso de su hija, Miguel expresó su agradecimiento y reconocimiento.
“Tienen un lugar al lado de Dios por la forma en que tratan y sobrellevan a todos los niños con esta enfermedad. Son un equipo que cada uno va a haciendo su papel, pero todos por igual y sabemos que también les duele, aunque no lloren al frente nuestro porque son profesionales, se les nota en la mirada y en alguna lágrima”, expresó.
Reiniciando su nueva vida
Por su parte, Tesalia manifestó su alegría al contar las actividades que ahora le permiten los doctores y que tenía prohibidas. “El doctor me dijo que ya podía comer cosas crudas, como frutas. También puedo cepillarme los dientes, antes no y me hacía buches”, contó mientras sostenía un gran sonrisa.
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Asumió además su entusiasmo por regresar a las clases junto a sus compañeros y maestras. “Tengo muchas amigas y me divierto mucho en el colegio. La materia que más me gusta es matemáticas”.
Como reflexión, su madre recordó la importancia que tiene la donación de sangre y médula y cómo esto puede salvar la vida de millones de niños con cáncer.
“Es impresionante lo que ellos necesitan porque se quedan sin plaquetas, sin glóbulos blancos, es fundamental que la gente tome conciencia de que pueden salvar vidas”, dijo la mamá de la niña.
“Aférrense a Dios y sean muy unidos con su familia. Cuando uno lo vive en carne propia se da cuenta todo lo que significa”, mencionó por su parte el padre.
El mensaje de esta niña con cáncer se resumió en una enorme sonrisa y un beso animando a todos los niños y familiares que atraviesan por esta fuerte enfermedad.
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