Jorge Arreaza, canciller de Nicolás Maduro se reunió dos veces en secreto en Nueva York con Elliott Abrams, el enviado especial de Estados Unidos para Venezuela.
Dos altos funcionarios venezolanos dijeron que los encuentros se produjeron, supuestamente, a petición de Estados Unidos. No estaban autorizados para discutir las reuniones públicamente y hablaron bajo condición de anonimato.
En una entrevista a la agencia de noticias The Associated Press Maduro insistió en su intención de conversar con el mandatario, Donald Trump, a pesar de que lo acusa de fraguar un golpe de Estado en su contra y una intervención militar en Venezuela.
“Si quiere reunirse, que él diga cuándo, dónde y cómo, y yo voy”, afirmó Maduro sin proporcionar más detalles.
También reveló que mientras estuvo en la ciudad estadounidense, Arreaza invitó a Abrams a que visite Venezuela “en privado, en público, en secreto”.
De igual forma, AP asegura que un alto funcionario en Washington manifestó que las autoridades de Estados Unidos están dispuestas a reunirse con “exfuncionarios de Venezuela, incluido el propio Maduro, para discutir sus planes de salida”.
La primera reunión ocurrida el 26 de enero fue descrita como hostil por los funcionarios, pues en ella el enviado estadounidense amenazó a Venezuela con el despliegue de tropas y reprochó la complicidad con Cuba, Rusia y el grupo guerrillero Jezbolá.
Cuando se reunieron nuevamente esta semana, el 11 de febrero, la atmósfera fue menos tensa, incluso aunque el encuentro se produjo cuatro días después de que Abrams había declarado que “el momento para dialogar con Maduro ya pasó hace mucho”. Durante esa reunión, Abrams insistió en que las sanciones de Estados Unidos “derrocarían” a Maduro incluso, si el Ejército de Venezuela lo seguía respaldando.
Abrams no dio señal alguna de que Estados Unidos estuviera dispuesto a retirar la demanda de que Maduro renuncie. Sin embargo, los venezolanos consideraron las reuniones como una señal de que hay cabida para el diálogo con los estadounidenses pese a la dura retórica que sale de Washington.
Las sanciones prohíben todas las compras de crudo por parte de Estados Unidos, que ha sido el principal cliente del petróleo de Venezuela hasta la fecha. Maduro dijo que compensará la repentina caída en los ingresos enfocándose en los mercados de Asia, específicamente en el de la India, donde el director de la petrolera estatal PDVSA se encontraba esta semana para negociar nuevas ventas de crudo.
“Nosotros tenemos muchos años ya construyendo la ruta de Asia”, comentó. “Es una ruta exitosa y la ruta de Asia nos exige cada vez más volumen y cantidades de petróleo”.
También mencionó el continuo apoyo de China y sobre todo de Rusia, que ha sido uno de los mayores proveedores de préstamos, armas e inversiones petroleras en los últimos años.
Maduro aseveró que no renunciará como forma de mitigar las tensiones.
Consideró que las cajas de ayuda humanitaria que se encuentran en un almacén en la frontera con Colombia son simples “migajas”.
“Nos ahorcan, nos roban el dinero y después nos dicen: ‘Agarren, aquí están migajas’ y hacen un show mundial”, afirmó Maduro. “Venezuela, con dignidad, dice: ‘no al show mundial’. No. Quien quiera ayudar a Venezuela, bienvenido, pero nosotros estamos en capacidad de pagar todo lo que necesitemos”.
Sin embargo, hace días llegaron a ese país, 933 toneladas de medicinas y materiales médicos procedentes de Cuba, China y de “algunas compras directas” del ministerio de Salud.
Aseveró que no renunciará y que tendrá su lugar en la historia junto a otros izquierdistas latinoamericanos como Salvador Allende, de Chile, y Jacobo Árbenz, de Guatemala, quienes en décadas pasadas habían sido el blanco de golpes de Estado respaldados por Estados Unidos.
“Temor no tengo”, aseveró, y agregó que ni siquiera el ataque del año pasado en su contra con drones cargados de explosivos durante una ceremonia militar hizo mella en su determinación.