El mundo avanza con la vacunación con la expectativa de que se pueda contener la pandemia del COVID-19, sin embargo a largo plazo la comunidad científica y los gobiernos se enfrentarán al dilema si es conveniente permitirle un mayor espacio a la inmunidad natural.
Las autoridades han asegurado que las vacunas son indispensables para enfrentar al COVID-19, a pesar de que se haya evidenciado que su eficacia puede disminuir con el tiempo, especialmente por la aparición de nuevas variantes más contagiosas.
El director de la OMS en Europa, Hans Kluge, duda mucho que un alto índice de vacunación vaya a detener por sí solo la pandemia, debido a que las variantes han reducido la perspectiva de una inmunidad colectiva.
“La probabilidad de que la enfermedad siga siendo endémica es cada vez mayor. Es necesario adaptar nuestras estrategias de vacunación”, indicó Kluge.
En un principio, las autoridades sanitarias y científicas habían estimado que la pandemia terminaría cuando se alcanzara una cobertura mínima de vacunación del 70% a nivel mundial.
Sin embargo, la aparición de variantes más contagiosas y la disminución de la eficacia con el paso de los meses y ante estas mutaciones ha cambiado completamente esta perspectiva; ya que el principal objetivo de la vacunación será evitar la enfermedad grave y la muerte.
“Si consideramos que el COVID- 19 seguirá mutando y continuará entre nosotros, como la gripe, entonces debemos prever cómo adaptar progresivamente nuestra estrategia de vacunación ante la transmisión endémica, y adquirir conocimientos muy valiosos sobre el impacto de las dosis adicionales”, destacó Kluge.
Ver más:¿Por qué las personas vacunadas pueden seguir transmitiendo el COVID-19?
Según los epidemiólogos, parece poco realista alcanzar la inmunidad colectiva solo con las vacunas, pero estas seguirán siendo vitales para frenar la pandemia.
“La vacunación sigue siendo esencial para reducir la presión sobre nuestros sistemas de salud que necesitan desesperadamente tratar otras enfermedades además del COVID-19”, insistió Kluge.
Vacunas e inmunidad colectiva
Las vacunas que se han desarrollado en el mundo han demostrado que son muy eficaces en prevenir la enfermedad grave y la muerte tras el contagio del COVID-19; pero ante la expansión de la variante Delta y otras mutaciones más contagiosas que la cepa original el panorama parece haber cambiado.
Los científicos han explicado que la inmunidad colectiva (estimada en un 70%) solo se consigue a través de las vacunas o contrayendo el virus, por lo cual era una prioridad que los países tuvieran ese objetivo a través de la vacunación.
Sin embargo, se ha evidenciado que las personas vacunadas también se están contagiando lo cual hace que esta perspectiva de inmunidad colectiva sea mucho más alta y difícil de alcanzar de lo que que se pensaba.
De esta forma, una gran proporción importante de vacunados se han contagiado del COVID-19 pero siguen estando muy bien protegidos contra las formas graves y de morir a causa de este virus.
En este contexto, resulta difícil prever una inmunidad colectiva, es decir, un umbral suficiente de personas inmunizadas para que la pandemia deje de propagarse.
La Academia Francesa de Medicina ha pedido “no renunciar” a esta inmunidad colectiva, porque hay un matiz importante que a menudo se malinterpreta.
La inmunidad colectiva no significa que el virus vaya a desaparecer por completo. El objetivo es que el número de infecciones se mantenga estable a lo largo del tiempo o, al menos, que fluctúe regularmente con las estaciones.
Esto solo se se logrará vacunando al mayor número posible de personas y por eso ya se está planteando los escenarios a largo plazo para enfrentar el COVID-19.
Uno de los escenarios que se evalúan es si el mundo debe apostarle únicamente a las vacunas y aplicar regularmente dosis de refuerzo para compensar la pérdida de eficacia.
Además, se evalúa si es conveniente darle un espacio a la inmunidad natural para que la población adquiera estos anticuerpos en cierto momento, pero se deben contemplar los riesgos en materia de salud pública.
La inmunidad global en bloques
El virólogo alemán Christian Drosten aseguró que en una primera etapa se debe vacunar al mayor número de personas posible para evitar formas graves de la enfermedad; tal y como lo viene haciendo el mundo en este momento.
Sin embargo, en un momento dado se podría permitir que las infecciones se produzcan en gran número, al menos entre las personas sin factores de riesgo.
“En los individuos ya vacunados, es poco probable que estas infecciones sean peligrosas”, indicó Drosten al destacar que la inmunidad global podría construirse en bloques sucesivos entre la vacuna e infección natural.
De acuerdo con el experto, la noción crucial para este planteamiento es que el contagio natural del virus permite ser inmune durante más tiempo y de forma más efectiva que con la vacuna.
Un estudio publicado a finales de agosto tras analizar varios cientos de miles de casos en Israel, un país especialmente avanzado en materia de vacunación, concluyó que las infecciones eran significativamente más frecuentes entre las personas vacunadas que entre las que ya habían tenido el virus.
Sin embargo, esa información debe ser analizada con precaución porque podría llegarse a pensar que es mejor dejarse infectar que vacunarse, lo cual traería un alto riesgo de saturación hospitalaria y mortalidad.
Algunos investigadores destacan que aún estamos lejos de poder desarrollar una estrategia que deje espacio a la inmunidad natural.
“Es una situación que podría darse, pero no es algo que vaya a suceder pronto. Todavía hay muchas personas en el mundo que no están vacunadas”, indicó Jean-Claude Manuguerra, virólogo del Instituto Pasteur.
Para Manuguerra, esta estrategia se podría contemplar siempre y cuando se siga vacunando a las personas con factores de riesgo.
Además, hay otro factor de preocupación y es la circulación del COVID-19 entre los niños ya que al ser demasiado jóvenes para haber sido vacunados pueden constituir un “gran terreno de juego para el virus”; con el riesgo de que sigan surgiendo nuevas variantes y en cierto punto pongan en riesgo el control de la pandemia.
Finalmente, la comunidad científica ha recocido que cada vez es más probable que el COVID-19 se convierta en un virus endémico; es decir que no desaparezca con las vacunas debido al alto nivel de contagio y el surgimiento de las variantes por lo que la vacunación, en el corto plazo, seguirá siendo fundamental para enfrentar el virus.
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