Un equipo de científicos evidenció a través de un estudio que los problemas de salud mental causados por la pandemia del COVID-19 tendrán unos costos “monumentales” y permanecerán en las personas tras conseguir la inmunidad frente a esta enfermedad.
Así lo estableció una investigación del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGLobal) en la que se pudo determinar que los traumas y el impacto socioeconómico de la pandemia han provocado un grave incremento de las enfermedades mentales lo cual requerirá que se destinen más recursos para atender este tipo de patologías.
Los investigadores aseguran que este escenario representará una “crisis global sin precedentes” frente a la salud mental y plantean que esto puede convertirse en otra pandemia después del COVID-19 debido a su dimensión global.
“La pandemia del COVID-19 ha afectado a la salud de las personas, pero también a sus objetivos personales, su dinámica familiar, su rol laboral y su estabilidad económica”, indicaron los investigadores.
De acuerdo con los expertos, antes de la pandemia del COVID-19 los costos económicos asociados a los problemas de salud mental en el mundo alcanzaban un billón de dólares anualmente. Sin embargo, el 75 % de las personas con trastornos mentales no recibían tratamiento en los países pobres y con ingresos medios.
Los investigadores aseguran que se requiere una acción urgente para la intervención, prevención y preparación para enfrentar estos problemas de salud mental que se han derivado por el COVID-19 en la población.
Precisamente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha reconocido que la pandemia de COVID-19 ha significado un gran reto para el bienestar y salud mental y física de los jóvenes, adultos y el personal de la salud.
“Ahora estamos viendo las consecuencias de la pandemia en el bienestar mental de las personas y esto es solo el comienzo. Muchos grupos, incluidos los adultos mayores, las mujeres, los niños y las personas con problemas de salud mental existentes, corren el riesgo de sufrir graves problemas de salud a medio y largo plazo si no se toman medidas”, advirtió Antonio Guterres, secretario de la ONU.
Las alteraciones en el comportamiento
Los investigadores han evidenciado que los cambios profundos de los hábitos diarios, en la forma de comportarse e interactuar, el miedo al contagio y el riesgo vinculado a la ciudad y la “desconexión de la naturaleza” son algunas de las causas de problemas de salud mental que se vienen presentando.
De hecho, la modificación de los comportamientos familiares ha derivado en que se presenten más casos de violencia doméstica, sumado al aislamiento, la soledad, el duelo por los familiares y amigos muertos.
A esto también se suma el desgaste profesional del personal que trabaja enfrentando la pandemia lo cual ha generado episodios de estrés postraumático, aumento de los casos de ansiedad y otros trastornos mentales en las personas.
Los factores e impactos económicos que se han generado por los confinamientos también han provocado una presión en las personas por conseguir un sustento para vivir, especialmente en poblaciones de ingresos bajos y excluidas, conllevando a un incremento de los problemas de salud mental.
El estudio también reseña que que la infancia, los jóvenes, las mujeres y las personas mayores y con problemas de salud previos, inmigrantes y refugiados y los trabajadores “en primera línea” de acción contra la enfermedad son los más afectados por los trastornos mentales en medio de la pandemia.
Con este panorama, los investigadoras aseguran que esto representará unos costos “monumentales” y advierten que los problemas de salud mental no se acabarán con la vacunación generalizada porque persistirán los causados por el trauma y las consecuencias socioeconómicas.
En ese sentido, los expertos han recomendado a las autoridades incluir los servicios de salud mental como “esenciales” y diseñar programas innovadores de asistencia telemática, formación especializada y políticas de protección social para enfrentar este tipo de enfermedades que muchas veces son silenciosas en la población pero que pueden tener consecuencias a nivel social.
Las estadísticas de la ONU han evidenciado que casi 1.000 millones de personas en el mundo viven con un trastorno mental, en donde cada 40 segundos alguien muere por suicidio.
Sin embargo, la preocupación es que la depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad entre niños y adolescentes lo cual puede tener una consecuencia a futuro.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también ha reconocido que muy pocas personas en todo el mundo tienen acceso a servicios de salud mental de calidad, ya que en los países de ingresos bajos y medios más del 75% de las personas con trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias no reciben ningún tratamiento para su afección.
“El acceso limitado a una atención de salud mental de calidad y asequible en el mundo antes de la pandemia, y en particular en las situaciones de emergencia humanitaria y de conflicto, ha disminuido aún más debido a COVID-19, ya que la pandemia ha perturbado los servicios de salud en todo el mundo”, reconoció la OMS.
En ese sentido, los organismos han hecho un llamado a los gobiernos para que dispongan de programas de atención para este tipo de enfermedades o trastornos de salud mental que se ha derivado durante la pandemia ya que esto puede tener consecuencias en el aumento de suicidio, violencia, consumo de drogas, entre otros aspectos.
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