Luis Muriel no la tiene fácil, con su Atalanta tuvo que medirse contra el Real Madrid en octavos de final de la Liga de Campeones, pero eso parece poco comparado a lo que tuvo que vivir el goleador en su infancia, en su natal Colombia. Después de las pruebas que le puso la vida en el camino, es muy difícil que el delantero se amilane con algún otro reto, bien sea dentro o fuera del campo.
Es cierto que Luis Muriel es, en este momento, una de las figuras del Atalanta. Incluso se puede decir que es uno de los atacantes más peligrosos de toda la Serie A de Italia. Eso no es una exageración. Actualmente es el tercer mejor anotador de la liga, una de las mejores del mundo. Con 15 goles en 24 partidos, solo lo superan dos reconocidos artilleros: Cristiano Ronaldo con 23 tantos y Romelu Lukaku con 19.
Pero antes de irse a Italia a jugar su fútbol, incluso mucho tiempo antes de colocarse la camiseta de la selección Sub-20 de Colombia, Luis Muriel tuvo que pelear contra las adversidades. Nació en Santo Tomás, ciudad del Departamento del Atlántico de la nación neogranadina, el 16 de abril de 1991. Su familia no tenía muchos recursos. Para ayudar a sus padres, el joven Muriel comenzó a vender billetes de lotería siendo un niño. Eso no solo aportaba para la casa: también le daba el pasaje que usaba para ir a la escuela.
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“Mi padre era taxista, no ganaba mucho. Con poco presupuesto mis padres no llegaban a fin de mes, así que yo colaboraba vendiendo lotería y unos collares que hacía mi abuela”; recordó Luis Muriel, delantero del Atalanta, en una nota publicada por el Diario Marca. “Con el dinero que ganaba podía pagar el bus para ir a entrenar con la escuela Santo Tomás”.
En Colombia no vieron a Luis Muriel como una gran estrella al dar sus primeros pasos. De hecho, fue desahuciado cuando tenía alrededor de los 14 años. Fue un momento que, según cuenta el propio goleador, dedicó a la reflexión: ¿Para qué continuar en el fútbol si podía estudiar? Se ha declarado un fanático de temas de tecnología, y ser un ingeniero informático no veía con antipatía. El fútbol parecía descartado para el momento, para tristeza de sus padres y de todos esos familiares que veían en él una posible estrella.
“En el último año que estuvo con el Junior (2005) tuve una lesión de tendinitis en el glúteo, así que ese año estuve parado y bajé mucho mi nivel”, contó uno de los mayores goleadores de las últimas dos temporadas del Atalanta. “Fue una etapa muy delicada. No me recuperaba y mi entrenador me dijo que no contaba más conmigo. En ese momento decidió no volver a jugar más al fútbol. Recuerdo la cara que puso mi padre cuando se lo dije. Yo quería estudiar y no quería jugar más”.
Su contrato por un CD de vallenato
En el Junior ya no tenía ningún futuro. Luis Muriel sabía que en Colombia su vida parecía destinada a las computadoras, pero llegó un entrenador conocido de la Escuela Barranquillera que le quería dar otra oportunidad. Lo tragicómico de la historia es que, cuando la Escuela Barranquillera lo quiso fichar, y pidió el precio de los derechos deportivos del jovencito, el Junior le pidió el valor de un CD original de un reconocido cantante de vallenato.
“Me visitó un entrenador que había tenido en las inferiores de Junior. Trabajaba para la Escuela Barranquillera. Me buscó en la casa, pero le dije que no iba a jugar más. Tenía que pagarme los desplazamientos a la capital y no teníamos dinero para tanto viaje”, relató Luis Muriel. “Después de mi salida de Junior los de la Escuela Barranquillera pidieron una cotización por mis derechos deportivos, y lo que les cobró Junior fue un CD original de Iván Villazón”.
Poco después el Deportivo Cali, uno de los clubes más importantes del fútbol de Colombia, comenzó a seguir los talentos de Luis Muriel. Llamaba la atención por su velocidad y precisión como goleador, a pesar de no ser un jugador grande. Fue así como debutó en 2009 en la Primera División de Colombia con los caleños. Estuvo dos temporadas allí antes de dar el salto al balompié del Viejo Continente. Lo mejor estaba por comenzar.
El fútbol de Europa
Luis Muriel llegó a España en 2010. La época de vender lotería en la calle era lejana. Era el momento de ayudar un poco más a sus padres que seguían en Colombia. Estuvo una temporada en la Segunda División del país ibérico con el Granada, antes de hacer toda una vida en Italia. Firmó con el US Lecce en 2011-12, pasó al Udinese Calcio a la campaña siguiente y en 2015 llegó a la UC Sampdoria. Todos los equipos eran de la Serie A. Tuvo un rápido regreso a España con el Sevilla, en donde destacó. Pero en 2019 aterrizó en la ACF Fiorentina, otro club de la primera italiana.
“Hay muchos goles especiales, pero el primero que marqué con Colombia en el Mundial Sub-20 es uno que recuerdo mucho. Mi primer gol con el Sevilla también lo recuerdo con mucho cariño, pero el primero que hice con cada club en el que jugué”, contó Luis Muriel, quien se ha convertido en un internacional indiscutible en Colombia. “Mire, hay un gol que recuerdo mucho y es uno que hice con el Lecce a la Roma. Ganamos cuatro a dos en casa y lo recuerdo porque se lo marqué a la Roma y fue una jugada muy linda. Es de los goles que siempre llevo presentes”.
Los sueños en el campo y la familia
A pesar de sus constantes viajes, Luis Muriel solo tiene 29 años. Está en su mejor momento en el fútbol. La temporada pasada anotó 19 goles en 41 partidos con el Atalanta. Esta campaña tiene la misma cantidad de anotaciones en 35 encuentros. Llegó al club como un buen jugador suplente, y se ha establecido como un titular y atacante de la Serie A. Y todo eso después de vender billetes de lotería en su pueblo y ser echo a un lado en su primera escuela de fútbol.
“Al margen de estar en el Mundial con Colombia, mi sueño es poder jugar algún día en el Barcelona, el Madrid, el Manchester United o el Bayern Múnich”, confesó Luis Muriel, que no olvida todo lo que vivió en Colombia. Una vez llegó a decir que su sueño familiar “era comprarle un taxi a mi papá; siempre lo he pensado”.
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