A partir de este 23 de enero, Venezuela abrió un nuevo capítulo en su historia tras 20 años de chavismo.
La crisis política que aqueja al país desencadenó en el hecho de que el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se proclamara presidente encargado del país con base en ciertos artículos contemplados en la legislación venezolana.
Tras la declaración de Guaidó, llegó el reconocimiento casi inmediato de Estados Unidos así como de los 11 de países del Grupo de Lima, a excepción de México; así como de la Unión Europea, Georgia, Albania, Dinamarca y hasta Kosovo.
Guaidó abrió las puertas a un juego político distinto, cuyas reglas no están escritas y el resultado es incierto.
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La Asamblea Nacional, controlada por la oposición y declarada en supuesto “desacato” por el Tribunal Supremo de Justicia, sostiene que Nicolás Maduro está usurpando el poder desde que el pasado 10 de enero se juramentó para un segundo mandato tras una elección catalogada como “ilegítima” por ser parte de un procreso fraudulento.
El TSJ (que los opositores consideran cooptado por el oficialismo) acusó a la AN de usurpar las funciones del Poder Ejecutivo y exhortó a la Fiscalía a “determinar las responsabilidades” del caso.
En respuesta a lo ocurrido, Maduro rompió relaciones diplomáticas con Estados Unidos y ordenó la salida de sus diplomáticos en un plazo de 72 horas.
Según un trabajo especial realizado por BBC Mundo, el analista político venezolano, Jesús Seguías considera que “a partir de ahora estamos ante dilemas de alto calibre. Hoy comenzó un nuevo juego. Duro. Prácticamente de guerra abierta, una confrontación radical entre gobierno y oposición“.
El experto señala que la oposición venezolana ya había obtenido un gran éxito con la movilización masiva de este miércoles pero que la juramentación de Guaidó, aparentemente coordinada con Estados Unidos, precipitó los acontecimientos.
El experto opina que si “EE.UU. se marcha -una posibilidad que el secretario de Estado, Mike Pompeo, negó el miércoles por la noche- estaría reconociendo la autoridad de Maduro, pero que si se queda le plantean un dilema al oficialismo”.
No obstante, la historia se repite porque “si Maduro los obliga a irse por la fuerza o los bloquea, como ocurrió en Irán cuando Jomeini, entonces Washington entrará en un dilema militar por tratarse de una situación que pone en peligro la vida de sus funcionarios y ciudadanos”.
La economía
Desde otro punto de vista, el exembajador de Venezuela para las negociaciones con Guyana sobre el territorio Esequibo, Emilio Figueredo, destaca la importancia de los reconocimientos internacionales hacia Guaidó y, en especial, el de Estados Unidos, pues puede tener efectos muy concretos sobre los recursos de los que dispone el gobierno de Maduro.
“Venezuela puede quedar sin ingresos porque la única entrada significativa que tiene es la que proviene de la venta de petróleo a Estados Unidos. Estamos en un momento de choque de trenes”, asegura.
Señala que la decisión de la Casa Blanca puede afectar también a los activos que tiene Venezuela en Estados Unidos, como la petrolera Citgo.
“Estamos sentando precedentes en una situación internacional. No conozco ninguna que se parezca a esta por la magnitud y la rapidez con la que se reaccionó. Es muy difícil que la comunidad internacional vaya hacia adelante, pero una vez que toma un camino no retrocede”, apunta.
Políticamente, Evan Ellis, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), sostiene que la oposición y la Asamblea Nacional tienen ahora la posibilidad de lograr una transición, pero que para aprovecharla deberían actuar de forma muy coordinada con Estados Unidos y la comunidad internacional.
El experto afirma que acciones como estas “pueden parecer como una farsa a la luz de control físico del territorio y los recursos de Venezuela” que tiene Maduro, pero señala que la posición formal de Estados Unidos y otros gobiernos puede tener un gran peso a la hora de decidir en una corte internacional si un contrato es válido.
En el comunicado emitido este miércoles por la Casa Blanca, el presidente Donald Trump anunciaba que Estados Unidos usaría todo su poder “diplomático y económico” para lograr la “restauración de la democracia en Venezuela”. No hacía ninguna mención al uso de la fuerza militar.
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