Los frutos del mar componen muchos de los platos más deliciosos. Además, son una comida sana, que refuerza el sistema inmunológico con vitamina A, mucho ácido fólico para evitar anemias y vitaminas D y E para mantener hermosa la piel. Pero para poder comerlos sin riesgos, debes aprender a elegir los mariscos.
Lo primero es que nunca debes comprar nada que huela mal, esté viscoso o tenga un color que no sea el propio de la especie.
El chef Juan Mari Arzak, que tiene un restaurante en España con tres estrellas Michelin, dijo a la revista Hola que es preferible comer mariscos entre septiembre y abril, que es su mejor temporada, y recomienda comprarlos vivos.
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La carne siempre debe estar firme
Los mariscos son un producto que se deteriora rápidamente, por lo que no aguanta mucho tiempo guardado. En caso de que debas refrigerarlos, colócalos en contenedores herméticos. Se desaconseja almacenarlos, pues tienen un alto riesgo de producir intoxicaciones por ingerirlos en mal estado.
Si vas a comprar langostinos o langostas, deben tener el caparazón duro, brillante, la carne debe ser firme. Si compras almejas o mejillones, el líquido natural debe ser abundante y debe tener un color claro.
Si se te antoja un pulpo, debe tener la carne firme y su color debe ser de blanco a rosado. Los olores deben ser marinos, no putrefactos, ni desagradables.
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Cuando vayas a elegir mariscos, recuerda retirarles las vísceras, porque hacen que se descompongan más rápido. Procura no comprar mariscos que hayan sido expuestos durante mucho tiempo a la luz directa, pues esto acelera su descomposición.
En lo que se refiere a color, los mariscos como camarones pasan de blanco o rosado a gris, y de allí a verde o marrón. Puedes conservar los mariscos en agua fría y, si quieres un toque auténtico, puedes cocinarlos en agua de mar.