Un tribunal del Reino Unido rechazó la extradición a Estados Unidos del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, acusado por ese país de presunto espionaje y por la publicación de miles documentos secretos, al considerar que sería perjudicial para su salud mental y podría suicidarse.
“Considero que el estado mental del señor Assange es tal que sería opresivo extraditarlo a Estados Unidos. La salud mental del señor Assange se deterioraría motivándolo a cometer suicidio llevado por la ‘determinación obsesiva’ de su trastorno de espectro autista”, indicó la jueza Vanessa Baraitser de la corte penal de Londres en su sentencia.
En ese sentido, Estados Unidos tiene ahora un plazo de 14 días para apelar esta decisión y su representante legal afirmó ante la corte que así lo hará. Por su parte, la defensa de Assange anunció que pedirá la libertad bajo fianza de su cliente.
Tras conocerse el fallo se registró un grito de celebración entre los manifestantes que se habían congregado a las puertas del tribunal para expresar su apoyo al australiano de 49 años, en un caso que denuncian como clave para la libertad de prensa.
“¡Ganamos!”, gritaron abrazándose y olvidando sus pancartas donde podía leerse “No extraditen a Assange, el periodismo no es un crimen” o “Liberen la verdad, excarcelen a Assange”.
La abogada Stella Morris, compañera sentimental del australiano con quien tiene dos hijos, había llegado al tribunal media hora antes del inicio de la vista, pero no quiso hacer declaraciones a los medios.
Sin embargo, unas horas antes le había dicho al diario alemán Der Spiegel que “la defensa de Julian se ha visto seriamente obstaculizada” en la prisión londinense de Belmarsh, donde lleva 20 meses recluido desde su espectacular detención en abril de 2019 dentro de la embajada de Ecuador en Londres, donde vivió refugiado siete años.
Estados Unidos aspira a procesar a Assange por 17 delitos al amparo de su ley de espionaje y uno por la ley de fraude y abuso informático, sobre todo por la difusión en 2010 y 2011 (aunque ahora amplía el periodo de 2007 a 2015) de registros militares y otros documentos confidenciales.
Las revelaciones
Julian Assange y WikiLeaks se hicieron famosos en 2010 a raíz de la publicación de unos 700.000 documentos militares y diplomáticos confidenciales sobre las acciones de Estados Unidos en varias partes del mundo.
Las revelaciones en el portal digital WikiLeaks expusieron crímenes de guerra estadounidenses en Irak y Afganistán, archivos sobre las detenciones extrajudiciales en la prisión de Guantánamo (en la isla de Cuba) y cables diplomáticos que desvelaron abusos de derechos humanos en todo el mundo.
Entre ellos figuraba un vídeo en que se veía como helicópteros de combate estadounidense disparaban contra civiles en Irak en 2007, matando a varias personas en Bagdad, incluidos dos periodistas de la agencia de noticias Reuters.
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Antes de pronunciarse, la juez Baraitser examinó detenidamente en septiembre, tras meses de retraso debido a la pandemia de coronavirus, la solicitud estadounidense para asegurarse de que no fuera desproporcionada o incompatible con los derechos humanos.
Afirmando temer que Assange, cuya salud física y mental pareció muy debilitada, se quitara la vida, Morris había entregado en septiembre a la oficina del primer ministro británico, Boris Johnson, una petición con 800.000 firmas contra su extradición.
Este ha sido uno de los principales argumentos de la defensa, junto con la denuncia que de que el australiano, que podría ser condenado a 175 años de cárcel si la justicia estadounidense lo declara culpable de espionaje, no tendría un juicio justo en Estados Unidos.
Precisamente, Washington le reprocha haber puesto en peligro la vida de sus informantes con la publicación de los documentos secretos sobre las acciones militares estadounidenses en Irak y Afganistán, que revelaron actos de tortura, muertes de civiles y otros abusos de los derechos humanos.
“El mero hecho de que este caso haya ido a los tribunales, y que haya durado tanto tiempo, constituye un ataque histórico y a gran escala contra la libertad de expresión”, afirmó el redactor jefe de WikiLeaks, Kristinn Hrafnsson.
La defensa del australiano, coordinada a nivel internacional por el exjuez español Baltasar Garzón, denunció en el pasado que el presidente estadounidense Donald Trump quería hacer con él un castigo “ejemplar” en su “guerra contra los periodistas de investigación” y por eso Julian Assange no tendría un juicio justo en Estados Unidos.
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