De acuerdo a varios sondeos, un 80% de las resoluciones de año nuevo jamás llegan a cumplirse. ¿A qué se debe este fenómeno?
Principalmente, a que cambiar es incómodo. Cambiar te saca de lo conocido y te hace sentir estrés, ansiedad, depresión. Hace falta disciplina para asumir esa incomodidad como parte necesaria del cambio que te hace ir del punto en el que estás al que quieres llegar. ¿Cómo hacerlo?
Sé específica
Que tus objetivos sean específicos, medibles, realistas, importantes, alcanzables, como si estuvieras haciendo una tesis. Esto permitirá que no abarques más de lo que es posible manejar, que midas tus avances (lo que es vital para mantenerte motivada), y que de verdad sea algo que puedas conseguir y tenga relevancia para ti.
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Que sea algo que realmente deseas
El New York Times centra su guía de resoluciones de año nuevo en que deben ser algo que realmente desees tú y no un mandato social. Por ejemplo, no digas que quieres bajar de peso cuando en realidad sientes que debes hacerlo por presión social. Tu meta debe ser significativa para ti, de esa manera será menos probable que la abandones.
Traza un plan
Si no sabes cómo vas a hacer lo que quieres, es más difícil que lo logres y más probable que abandones el intento. Saber el cómo es tan importante como el qué y el por qué. El Times propone una rutina: identificar el mal comportamiento que quieres cambiar, preguntarte por qué lo haces, cuál es la recompensa que te deja, y buscar esa misma sensación de satisfacción con un nuevo comportamiento. Esto podría funcionar en caso de que tu meta sea abandonar un vicio, dejar de comer en exceso, o dejar de procrastinar.
No abandones al primer problema
Si no cumpliste con parte de tu plan es común que lo mandes todo al olvido, pero especialistas aseguran que perseverar es la parte vital de este proceso. Si dejaste que tu hábito anterior te ganara por un día, mañana es un día nuevo y puedes comenzar de nuevo. No tienes que dejarlo.
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Reacciona
Obsérvate, piensa en lo que necesitas cambiar y pregúntate si en un año quieres estar como estás ahora. Visualízalo, si estuvieras el año entrante igual que estás ahorita, ¿cómo te sentirías? A veces una dosis de realidad es lo que más necesitas para motivarte.
Hazlo público
Con frecuencia no dices cuáles son tus metas porque no quieres que los demás se enteren si fracasas, pero decirlo a otros te hace sentir responsable y te da un empujón extra para poder lograrlo. Motívate a crear un grupo donde puedan ayudarse a lograr las metas.
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