Las calles de Caracas están llenas de niños que corren, se ríen, se bañan en ríos sucios, buscan comida en la basura y también consumen drogas, son menores de edad abandonados que muestran una de las tantas caras de la severa crisis económica y social que azota al país petrolero que es Venezuela.
Durante dos meses Efe se mantuvo en las calles de la capital venezolana observando el día a día de los niños que, en su mayoría, ocupan espacios públicos del este de Caracas donde además de mendigar han creado un elaborado sistema para sobrevivir.
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En esos espacios estaba Liliana, de 17 años, a punto de dar a luz, y después de dos meses seguía allí, pero con su pequeño Ángel recién nacido después de parir en la Maternidad Concepción Palacios, el hospital público materno más antiguo del país, también descalabrado por la crisis.
Poco después de parir se supo que sufre de sífilis y su bebé ha sido levemente afectado por la enfermedad de transmisión sexual.
Ninguna institución, pública o privada, tiene cifras o un estimado de la cantidad de niños y adolescentes que vive hoy en día en las calles de Venezuela pero la situación salta a la vista.
Miguel Rebolledo, coordinador de la casa hogar Domingo Savio que recibe a adolescentes en condición de calle, dijo a Efe que en la actualidad se observa un dramático abandono de niños en el país, sobre todo por parte de la madre, aunque muchos de los testimonios hallados dan cuenta de la ausencia total del padre.
“Tenemos un caso de una familia dividida: una mujer decide abandonar a sus 8 hijos, yo tengo acá a los dos más grandes, de 11 y 12 años, y al recibir el caso, constato que el muchacho mayor está saliendo mal en la escuela porque debe cuidar a sus hermanos más pequeños. El papá viene a visitarlos y compartir con ellos”, cuenta.
Jesús, de 16, está en la calle desde hace cuatro años y se dedica a hacer bolsos con los billetes de bolívares devaluados que ya nadie quiere.
“Yo no soy de Caracas, vivía en Maracay (costa central) con mi mamá, 3 hermanos y unos tíos. Mi papá está muerto por que le dispararon con una escopeta, él era mala conducta. Yo me fui de la casa porque no me sentía bien allí porque peleaban mucho por la comida que no nos alcanzaba para todos, me cansé”, cuenta.
Los chicos de la calle son felices cuando les dan comida, pero la mayor felicidad los arropa cuando reciben dinero pues salen corriendo a comprar las drogas que los abstraen del mundo.
Según cifras de Cecodap, tan solo en los municipios mirandinos de Baruta, Chacao y El Hatillo existen más de 700 niños y adolescentes se encuentran en las calles, en condiciones “muy distintas a hace 10 años atrás”.
En Venezuela no existen entidades suficientes para brindar atención a los niños que se encuentran en situación de calle, lo que para el psicólogo Abel Saraiba, de la ONG Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap) es “testimonio de que el Estado falló en proteger a la niñez”.
Tampoco existe atención para aquellos que son dejados por padres y representantes que se ven en la necesidad de emigrar huyendo de la crisis.
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Con información de EFE
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