Los ataques de pánico pueden entorpecer tu estilo de vida y aunque es posible que experimentes sensaciones poco agradables como latidos agitados, presión en el pecho, vista nublada o boca seca, sí hay formas de combatir este problema.
De acuerdo con la Asociación de Ansiedad y Depresión Americana un ataque de pánico se asocia a la aparición abrupta e intensa de un malestar o miedo que logra alcanzar un pico en cuestión de minutos.
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Del mismo modo, según Child Mind Institute, “un verdadero ataque de pánico ocurre cuando se experimentan síntomas físicos súbitos e intensos: corazón acelerado, temblores, mareos, falta de aliento, sudoración, náuseas y usted interpreta que eso significa que algo está muy mal. La gente suele creer que se está muriendo o que está enloqueciendo”.
Tan fuerte es la sensación que “muchas veces, las personas piensan que están teniendo un ataque al corazón y van a la sala de emergencias”, explica el Dr. Bubrick, director del Centro de Trastornos de Ansiedad del Child Mind Institute.
Consejos sencillos para combatir los ataques de pánico
El ataque de pánico, así como otros trastornos de ansiedad, puede ser tratado y aunque el tratamiento suele incluir un terapeuta y varios medicamentos, también existen otras maneras más simples de brindar un apoyo favorable.
Intenta controlar tu respiración
Es normal que la respiración se acelere en los ataques de pánico y sientas que no entra aire suficiente a los pulmones por lo que es más pesado respirar, sin embargo, intenta concentrar tu atención exclusivamente en la respiración por un momento para que te des cuenta de cómo fluye el aire desde tu nariz hasta tus pulmones.
De esa manera, vas a estar consiente de que no te falta el aire por completo porque, aunque es más difícil, sí puedes respirar. Luego, sostén el aire dos segundos y exhala por la boca durante unos 4 segundos. Intenta hacerlo varias veces hasta que tu respiración se normalice.
Préstale atención a lo que ves
Después de tener controlada la respiración es hora de pasar a la vista y enfocarte en todo lo que te rodea. Mira tu entorno y busca un objeto en el que puedes detener tu mirada. Analiza lo que ves, ¿Un niño con una gorra?, ¿Cuál es su color?, ¿Qué forma tiene?
La idea es que por medio del objeto que escojas detallar en tu mente puedas centrarte en el aquí y ahora, evitando a toda costa enfocarte en el ataque de pánico. Intenta describir la forma que tiene, el color, la textura y otras características que puedas encontrar.
¿Qué escuchas?
Es importante que determines lo que estás escuchando pues los sonidos son capaces de evitar que tu mente se vaya a lugares oscuros y caigas en desesperación. Procura escuchar y poco a poco identificar si es el taconeo de alguien que camina cerca, los niños jugando, un perro ladrando, entre otros.
Despeja tu mente y ve a un lugar feliz con los ojos cerrados
La mente puede jugarte una mala pasada y para evitarlo no debes tener malos pensamientos mientras sufres ataques de pánico. Lo más adecuado es que sitúes tu mente en lugares o situaciones que te generen paz, tranquilidad o alegría moderada.
Cierra los ojos e imagina todo aquello que te da paz, quizás sea visitando a tus abuelos, degustando un sabroso helado de chocolate o tal vez disfrutando de un bello atardecer en una playa del Caribe. Procura llevar tu mente a lugares en donde te sientas tranquilo y seguro.