FA/CMR
Bajo el título “una nación de asesinos”, publicado en El País de Madrid, el escritor venezolano, Ibsen Martínez, analiza la violencia en América Latina y sobre todo la que ocurre en Venezuela.
Dice Ibsen:
“Desde comienzos de este siglo, más del 40% de los asesinatos del planeta ocurren en América Latina donde apenas somos poco más del 8% de la población mundial…Todos los estudios disponibles coinciden en que Brasil, Venezuela, Colombia, El Salvador, Honduras, Guatemala y México son los países más violentos. Y todos coinciden en que, aparte la pobreza, la desigualdad, el narcotráfico y el comercio indiscriminado de armas, el inflamante común, es la impunidad.”
Más adelante se refiere a la terrible cifra de asesinatos, un récord definitivamente nada envidiable. Dice Ibsen que según el Observatorio de Venezolano de Violencia, “en los últimos 20 años han ocurrido en el país más de 300.000 homicidios que han quedado, en su gran mayoría, impunes. No todos, por cierto, tienen origen en la violencia política. Hablamos, pues, también de 300.000 asesinos”.
Continúa Ibsen (FOTO):“Tal mortandad sin consecuencias penales ha terminado por infundir en demasiada gente apacible una estuporosa indiferencia ante el asesinato. Cruzar el umbral que separa a un ciudadano de ordinario apacible y sin antecedentes de un asesino se ha tornado cada día más fácil.”
(FOTO) Según, el importante defensor de derechos humanos francés, ya fallecido, Louis Joinet: La impunidad se entiende como: «[…] la inexistencia de hecho o de derecho, de responsabilidad penal por parte de los autores de violaciones, así como de responsabilidad civil, administrativa o disciplinaria, porque escapan a toda investigación con miras a su inculpación, detención, procesamiento y, en caso de ser reconocidos culpables, condena apenas apropiadas, incluso a la indemnización del daño causado a sus víctimas»
Existe desde el 2015, el Índice Global de Impunidad, que periódicamente realiza la Universidad de las Américas Puebla, de México, cuyo objetivo es visibilizar cuantitativamente el problema global de la impunidad y su relación con otros fenómenos complejos como la desigualdad, la corrupción y la violencia.
El índice mide el nivel de impunidad de los países a través de tres dimensiones: la dimensión estructural cuantifica los recursos físicos, jurídicos y humanos del gobierno para garantizar justicia a la ciudadanía; la dimensión funcional pretende analizar la impunidad “de hecho”, es decir, nos habla de la impunidad desde la manera en que la experimenta la sociedad. Aquí, por ejemplo, uno de los factores contemplados es el porcentaje de personas encarceladas en espera de una sentencia; y la dimensión de derechos humanos, datos recabados por el World Justice Project..
(COLOCA FOTOS QUE TE ESTOY ENVIANDO POR WHATSAPP) En el informe del 2017, Venezuela ocupaba el puesto número 6 entre los países con más alto nivel de impunidad en América latina, pero no se ha podido seguir midiendo a nuestro país, en el índice, por las inconsistencias significativas en la presentación de los datos y la información, pero el informe de la Misión de verificación de Hechos de la Oficina de Derechos Humanos de Las Naciones Unidas ha dejado claro estos datos este año.
La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet actualizó este mes las cifras del informe de derechos humanos (DDHH) presentado en julio y manifestó su preocupación por “el alto número de muertes de jóvenes en barrios marginados como resultado de operaciones de seguridad”, dando cuenta de más de 2.000 asesinatos de este tipo en lo que va de año, 711 de ellos entre junio y agosto.
Por su parte, la ONG Provea ha dicho que “ La impunidad de las violaciones a los derechos humanos es casi absoluta y es agravada por la falta de independencia del Poder Judicial, del Ministerio Público y de la Defensoría del Pueblo”.
Lo interesante del índice Global de Impunidad, es que “no solo mide el castigo de los delitos, sino la cadena de eventos que comienzan en el momento de la comisión de un delito y termina en la reparación de la víctima, pasando por un proceso de denuncia, esclarecimiento de los hechos y enjuiciamiento de los responsables”. Es evidente que en el caso venezolano la justicia es la ausente en todo ese proceso. No existen reparaciones a las víctimas, y sus familiares son vejados y amedrentados en el proceso.
Como dicen Alejandra Sánchez Inzunza y José Luis Pardo Veiras, investigadores y autores de un libro-fuente sobre el narcotráfico y violencia en nuestra región, señalados por Ibsen en su artículo: “En países como Venezuela, siempre destacado por su elevadísimo índice de impunidad, se mata porque se puede”.