A dos millas náuticas (3.7 km) del puerto yucateco de Sisal, México, y luego de tres años de investigación, expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) han identificado los restos de la embarcación ‘La Unión’, el primer barco que fue utilizado para el tráfico de esclavos mayas en 1850.
Desde 2017, el INAH localizó arqueológicamente los restos del barco para el tráfico de esclavos mayas ‘La Unión’. Para ese momentos, los investigadores descubrieron que la embarcación era a vapor. Asimismo, pudieron identificar que dicho barco era impulsado con un sistema de calderas, máquinas con balancín y ruedas de paleta ‘tipo Mississippi’.
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Pese a que las calderas estallaron y la embarcación se incendió, la sentina, es decir, la parte inferior del casco, en la zona más baja de la sala de máquinas y justo por encima de los doblefondos, descendió siete metros desde la superficie hasta el fondo de las aguas someras.
A pesar de que los restos quedaron cubiertos de arena, la madera del fondo del casco se conservó hasta hoy, al igual que otros elementos aún reconocibles, como las ruedas de paleta, calderas, compartimentos y objetos para la sujeción como pernos de cobre. De hecho, se identificaron artefactos relacionados con la vida cotidiana a bordo, entre ellos, fragmentos de vidrio de botellas y cerámica e, incluso, ocho cubiertos de latón que eran utilizados por los pasajeros de primera clase.
Luego de que los investigadores indagaran en los archivos provinciales de Yucatán y Baja California Sur, así como en los nacionales de México, Cuba y España, se pudo establecer que, en efecto, los restos hallados eran del barco para el tráfico de esclavos mayas ‘La Unión’, un hallazgo que tardó tres años.
“El barco ‘La Unión’ perteneció a la empresa española Zangroniz Hermanos y Compañía, establecida en 1854 en La Habana, la cual, un año después, fue autorizada para comerciar en México, realizando travesías entre Sisal, Campeche, Veracruz y Tampico. Usualmente llevaba a Cuba pasajeros de primera, segunda y tercera clase. No obstante, sus mandos también estaban en contubernio con los esclavistas, quienes introducían en pequeños e insalubres espacios a los mayas que capturaban o engañaban”, explicó el INAH.
A pesar de que la esclavitud ya era ilegal, en octubre de 1860, el barco había sido sorprendido en Campeche cargando 29 mayas, entre ellos niños y niñas de 7 y 10 años. Entre 1855 y 1861, el barco llevó a Cuba un promedio mensual de 25 y 30 esclavos mayas capturados durante la Guerra de Castas o engañados con documentos falsos.
El 19 de septiembre de 1861, las calderas de ‘La Unión’ estallaron cuando se dirigía a Cuba y la embarcación se incendió y se hundió. En ese naufragio fallecieron la mitad de sus 80 tripulantes y 60 pasajeros, aunque las cifras no incluyen a los mayas porque los esclavos no eran considerados personas, sino mercancías.
“Cada esclavo era vendido hasta por 25 pesos a los intermediarios, y estos podían revenderlos en La Habana hasta por 160 pesos, los hombres, y 120 pesos, las mujeres”, indicó el INAH.
Asimismo, y de acuerdo con los investigadores, otra forma de conseguir esclavos era a través de personajes llamados ‘enganchadores’, cuyo trabajo era ir a pueblos como Yxil, Kanxoc y Valladolid, para ofrecer a los indígenas papeles falsos para hacerles creer que irían a Cuba como colonos, donde tendrían tierras y generar ingresos. Pero todo era parte de una gran estafa.
“A través de ‘La Unión’ y de otro barco de Zangronis llamado ‘México’, desde 1855 se fletaron mensualmente un promedio de 25 y 30 esclavos mayas, muchos de los cuales nunca pudieron regresar a la península. No obstante, una parte de su memoria yace en el barrio habanero de Campeche, donde por generaciones vivieron muchos de los esclavos mayas y sus descendientes”, detallaron.
Esta historia, aunque ominosa y poco conocida, es un trabajo importante que reconstruye el pasado, pues gracias a los investigadores del INAH se ha logrado identificar el primer barco conocido hasta ahora que fue usado para el tráfico de esclavos mayas.
“El descubrimiento es de singular relevancia ya que, más allá de lo complejo que es identificar ‘con nombre y apellido’ a los restos, este habla de un pasado ominoso para México, el cual debe reconocerse y estudiarse en función de su contexto y época”, concluyeron los investigadores.
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