Del indulto a 110 personas que dio Nicolás Maduro, se destaca el nombre de Antonia Trubay, quien estuvo presa sin ser una persona que no está inmersa en el mundo político. Ella era una activista vecinal y su único delito fue haber sido vecina del comisario Iván Simonovis, quien sí era un preso político de Nicolás Maduro y se escapó.
A Turbay la acusaban de ser cómplice de la fuga de Simonovis. Sin embargo, no encontraron pruebas ni ningún hecho que la implicara. A pesar de tener una boleta de excarcelación a un mes de su detención, Turbay permaneció privada de libertad por más de un año en el Helicoide.
Antonia Turbay relató su experiencia en la cárcel en el programa Día a Día, conducido por César Miguel Rondón.
“En estos momentos me siento mejor. He estado yendo al médico porque me preocupa mi salud. Siempre he sido una persona muy sana y estando en la cárcel padecí todas las enfermedades una detrás de otra. Tengo problemas cardíacos, la hipertensión me va a acompañar por el resto de mi vida, necesito bajar de peso, tengo un ojo muy rojo y solo me queda revisar la pierna. Tengo todavía fotofobia, que es la molestia a la claridad”, dijo Turbay.
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Todos los presos políticos que han salido, han descrito a su manera lo que fue la prisión y todos coinciden en que fue un tiempo de terror, angustia y maldad.
“Fue un shock porque a mi casa vinieron cinco patrullas a buscarme. Fui tranquila porque no debía nada a la justicia. Tenía una citación para una entrevista de una investigación, pero pasaron los días y fue muy angustioso, porque pasaban los días y no podía dormir, no podía lavarme los dientes. Hasta la saciedad les dije que no tenía nada que ver con el comisario Iván Simonovis. Él era mi vecino, pero yo me enteré por el chat vecinal que se había fugado. Me tuvieron todo ese tiempo ahí, porque no sabían qué hacer conmigo. Mi pregunta es de quién fui presa, yo fui presa de alguien que no sé”, afirmó la entrevistada.
A pesar de haber tenido la boleta de excarcelación, Turbay continuó detenida sin alguna señal de ser liberada.
“La única explicación que me dieron fue que la boleta no había llegado al Helicoide y la respuesta siempre fue que la decisión era de arriba. Por eso siempre pensé que era presa de alguien”, añadió.
Para una persona que ha estado presa, la libertad es su mayor anhelo y en ocasiones se quedan sin palabras al describirla.
“Me siento muy bien porque uno de mis mayores dolores fue cuando me pusieron el uniforme de presidiaria, fue el mayor agravio de mi vida. Tenía una conducta moral intachable, un ejemplo de vida, fui una buena hija de familia porque mis padres me dijeron que tenía que ser la honra de la familia. Así crecí hasta que me pusieron ese uniforme amarillo y eso superaba mis fuerzas. Era la vergüenza de estar privada de libertad sin ser delincuente. Pasado ese episodio, estoy en casa disfrutando del silencio. Oigo música clásica que es lo que me gusta, nunca más comparé una prenda de color amarillo o anaranjado, porque tenemos una braga para ir al tribunal y otro uniforme para estar en el Helicoide”, enfatizó Turbay.
América Digital
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